Integración de la economía circular en el marco del desarrollo sosteniblemarco teórico e implementación práctica

  1. Suárez Eiroa, Brais
Dirixida por:
  1. Emilio Fernández Suárez Director
  2. Gonzalo Méndez Martínez Co-director

Universidade de defensa: Universidade de Vigo

Fecha de defensa: 29 de xuño de 2021

Tribunal:
  1. María L. Loureiro Presidenta
  2. Luis Manuel Morais Leite Ramos Secretario/a
  3. Antonio Gallardo Vogal

Tipo: Tese

Resumo

Esta tesis doctoral emana de la necesidad urgente por promover un sistema de desarrollo justo que preserve el medio ambiente. El alcance de la tesis abarca, exclusivamente, al sistema de producción-consumo, entendiendo que es este sistema el que controla los flujos de materiales y energía entre el sistema social y el sistema natural. La tesis doctoral se diseñó con la aspiración de responder a la cuestión de cómo integrar un sistema de producción-consumo circular, es decir, un sistema de economía circular (EC), en el marco de la sostenibilidad ambiental. Para ello, se formularon tres objetivos particulares que se asocian con las diferentes aproximaciones metodológicas empleadas: i) definir cuantitativamente los requerimientos que plantea la sostenibilidad ambiental, ii) definir una metodología para conectar cuantitativamente los requerimientos de la sostenibilidad ambiental con los objetivos de las estrategias de economía circular de los diferentes actores sociales, y iii) definir los mecanismos internos y los principios operativos para integrar la EC en el marco de la sostenibilidad ambiental. El camino hacia un modelo de desarrollo justo que preserve el medio ambiente demanda ajustar las actividades humanas a los requerimientos que plantea la propia sostenibilidad ambiental, evitando la definición de objetivos cuya consecución no sea eficaz para alcanzar la aspirada sostenibilidad del desarrollo. Tal es el caso del frecuentemente mencionado desacoplamiento relativo del crecimiento económico y el uso de los recursos, que, siendo una tendencia deseable, es compatible con el mantenimiento de modelos insostenibles de desarrollo. Bajo esta idea, comenzó la senda recorrida por esta tesis doctoral. En el capítulo 1 se presenta el marco de trabajo del Espacio Responsable de Operaciones (ERO), un concepto que viene a completar la idea del Espacio Seguro de Operaciones (SOS, por sus siglas en inglés), integrando en la gestión por parte de los diferentes actores sociales las cuestiones ambientales globales y territoriales, y también las cuestiones ambientales que no dependen únicamente de los puntos críticos del sistema natural, como aquellas relacionadas con la salud humana o la nutrición. En este capítulo, se redefine el propio alcance de la gestión de la sostenibilidad ambiental, y se propone una metodología para trasladar los límites ambientales globales a los diferentes actores sociales dentro de un territorio. La definición del ERO requirió del empleo de indicadores útiles desde el punto de vista de la gestión. Por ejemplo, la tasa de extinción es un indicador útil para analizar la pérdida de biodiversidad global desde el campo de las ciencias ambientales, pero cuando se pretende trasladar al campo de la gestión pública y de la estrategia empresarial, la tasa de extinción carece, en este momento, de procedimientos que permitan su evaluación. Por lo tanto, se han seleccionado indicadores que sirven en todos los niveles de la toma de decisiones. A pesar de las carencias detectadas en el análisis de los indicadores, se ha podido comprobar que es posible establecer límites estimados a las actividades humanas. En cuanto a la metodología propuesta para transferir el ERO global a los diferentes actores sociales, se han empleado, esencialmente, dos principios: la distribución per cápita y el grandfathering principle. Ambos son principios ampliamente extendidos en la literatura científica para transferir responsabilidades desde la perspectiva de la huella de impacto. Así, el consumo individual de agua no se limita a los litros de agua que salen por el grifo de un determinado individuo, sino que debe incorporar los litros de agua empleados para regar los cultivos de los que se alimenta, o el agua asociada a los residuos que genera. Del mismo modo, el impacto de una empresa no se limita a las emisiones directas derivadas de su actividad, sino que debe incluir los impactos asociados a la cadena de valor de los bienes y servicios que produce. Esta visión de huella de impacto ambiental posibilita establecer responsabilidades más realistas de los diferentes actores sociales sobre las cuestiones ambientales globales. Es importante recordar que la metodología propuesta en el capítulo 1, puesta en práctica en el capítulo 2, únicamente pretende ilustrar la viabilidad de conectar los objetivos de reducción de los diferentes actores sociales. El capítulo 2 es un ejemplo práctico de cómo se puede llevar a cabo la distribución de responsabilidades siempre que exista voluntad para ello. Partiendo de los indicadores seleccionados, en el capítulo 2 se han calculado los objetivos de reducción para España, para las 17 Comunidades Autónomas (CCAA) y para los 313 municipios de la CCAA de Galicia, y también para 163 sectores a nivel nacional, un parque industrial y varias compañías Es necesario tener presente que únicamente el desempeño conjunto de los diferentes actores sociales determinará el éxito o el fracaso de las estrategias de EC dentro de un territorio. Al integrar los objetivos de reducción de los diferentes actores sociales, implícitamente se acepta el hecho de que los procesos de producción y consumo están conectados dentro de un territorio. En la realidad global del siglo XXI, el comercio internacional supone una parte importante de los resultados económicos de un país. Pero, a pesar de ello, es prácticamente impensable imaginar un estado en el que el 100% del consumo esté asociado a las importaciones, y el 100% de la producción concluya en exportaciones. La producción para consumo doméstico, una producción que puede perfectamente demandar productos intermedios externos, representa el punto de unión entre la producción y el consumo dentro de un territorio, y también entre los beneficios asociados a las mejoras ambientales en los procesos de producción y consumo dentro del territorio. Esta práctica no hace sino apelar al trabajo en equipo desde el inicio del proceso. Una práctica que también se repite entre los diferentes niveles territoriales, y que demanda la gobernanza policéntrica colaborativa, tal y como se explica en el capítulo 4. Los capítulos 3 y 4 abordan los mecanismos internos de la economía circular. La economía circular es una forma de entender el modelo de producción-consumo, y es el resultado de integrar diferentes escuelas de pensamiento bajo el mismo marco de trabajo, p.ej., la ecología industrial, la cleaner production, la economía colaborativa, la eco-innovación, o la economía de servicios. La economía circular plantea acciones que provienen de diferentes ámbitos ligados a la gestión ambiental. La ineficacia para lograr la sostenibilidad ambiental a través de muchas de estas acciones y, sobre todo, el avance de la crisis ecológica y sus consecuencias sobre el sistema socioeconómico, han impulsado la transición de las políticas clásicas de gestión ambiental hacia la toma de medidas estructurales en el sistema de producción-consumo. Esto supone aceptar, por primera vez y de forma pública, el hecho de que la sostenibilidad ambiental no se logra a través de la superposición de políticas que aborden únicamente las causas más inmediatas de los impactos ambientales, sino que se trata de un problema fundamentalmente estructural de la forma en la que se produce y se consume. De esta forma, la gestión ambiental ha ampliado su alcance y se ha integrado en la gestión del sistema socioeconómico. Sorprendentemente, la economía circular aparece, por lo general, desligada de sus compromisos ambientales. Mientras que prácticamente todas las estrategias de economía circular destacan su compromiso ambiental, prácticamente ninguna de ellas propone objetivos coordinados con los requerimientos reales de la sostenibilidad ambiental. Lo que sí aparece con excesiva frecuencia es el objetivo insuficiente de desacoplar el crecimiento económico del uso de los recursos. Además, y en relación al cumplimiento de los objetivos propuestos, existe una desconexión en la práctica entre los planes de acción elaborados por los diferentes gobiernos. Este aspecto ha sido uno de los detonantes de la creación del marco de trabajo del ERO propuesto en los capítulos 1 y 2. Por otro lado, como se revela posteriormente en el capítulo 5, existe una falta de consenso significativa a la hora de definir el alcance de la economía circular. La intención de los capítulos 3 y 4 ha sido la de conceptualizar la economía circular, y definir los principios operativos, para integrar el sistema de producción-consumo en el marco de la sostenibilidad ambiental, aceptando como propios los objetivos que plantea la propia sostenibilidad ambiental y definiendo estrategias para desarrollar un plan de acción adecuado. En resumen, ha sido necesario separar e integrar los conceptos de sostenibilidad, circularidad y resiliencia, de forma que se ha caminado desde la economía circular a la economía circular y sostenible, y desde esta, a la economía circular, sostenible y resiliente (ECSR). En otras palabras, la economía circular va mucho más allá de la propia circularidad, motivo por el cual hemos decidido referirnos a ella como ECSR. Parece lógico pensar que una estrategia de economía circular debería centrarse, precisamente, en aquellas acciones que le proporcionan esa denominación: circular. En el dominio de la circularidad, hemos detectado dos estrategias principales: i) cerrar el sistema, lo que se asocia con el reciclaje y la refabricación, y ii) mantener los recursos dentro del sistema el máximo tiempo posible, lo que se asocia con la durabilidad y con la promoción de bucles dentro del sistema, reincorporando los recursos a las diferentes etapas del ciclo de vida de los productos (reparación, redistribución, reconsideración, etc.). Pero la circularidad no implica, obligatoriamente, sostenibilidad ambiental. Incrementar la tasa de reciclaje, por ejemplo, no tiene por qué estar relacionado con la reducción de la entrada de nuevas materias primas al sistema, ya que la demanda de estas puede crecer en mayor proporción. La circularidad, por sí sola, no informa rigurosamente acerca de la sostenibilidad, e incluso puede llegar a ser engañosa al aparentar que siempre está vinculada. A pesar del enorme potencial de la circularidad, es necesario que dicha circularidad esté siempre ligada a la idea de sostenibilidad. En el dominio de la sostenibilidad (ambiental), se han encontrado tres estrategias clave en relación al sistema de producción-consumo: i) ajustar las entradas del sistema socioeconómico a las tasas de regeneración del sistema natural, ii) ajustar las salidas del sistema socioeconómico a las tasas de absorción del sistema natural, y iii) reducir el tamaño del sistema, es decir, reducir las necesidades globales del sistema. Las entradas y las salidas se refieren a la minimización de la entrada de recursos no renovables y de salidas técnicas, esas que no pueden ser procesadas por el sistema natural, pero también se refieren al ajuste del uso de recursos renovables y de salidas biológicas a valores compatibles con la sostenibilidad ambiental. El uso de energía renovable o la mejora de la eficiencia energética facilitan el camino en esa dirección, y por eso, muchas estrategias de economía circular incluyen estas políticas. Por otro lado, reducir las necesidades globales del sistema conduce, por ejemplo, a nuevos modelos de producción basados en la economía de servicios, y nuevos modelos de consumo como la economía cooperativa. Este último aspecto es de vital importancia teniendo en cuenta que la transición hacia modelos circulares y sostenibles supone el consumo de nuevos recursos. Por ejemplo, los paneles solares, incluidos en cualquier estrategia de transición ecológica, necesitan la extracción de recursos minerales, por lo que un uso abusivo de los mismos podría desencadenar, contradictoriamente, nuevos problemas ambientales y sociales. En cuanto al dominio de la resiliencia, se han presentado siete principios operativos: i) innovar y diseñar para la ECSR, ii) educar para la ECSR, iii) mantener la diversidad y la redundancia, iv) gestionar la conectividad, v) gestionar las variables lentas y las realimentaciones, vi) fomentar la participación activa y transparente, y vii) promover sistemas de gobernanza policéntricos colaborativos. Todas estas estrategias han sido detalladas en el capítulo 4. En esencia, son estrategias que provienen del campo del resilience thinking, con el objetivo de dotar al sistema socio-ecológico de capacidad de adaptación y transformación positiva para afrontar los retos que se presentan en el futuro. El marco de la ECSR propone, por lo tanto, una serie de elementos que deberían ser abordados por cualquiera que sea el instrumento de planificación, para poder diseñar una economía circular eficaz. Es decir, la economía circular, sin sostenibilidad ni resiliencia, es insuficiente para dar respuesta al modelo de producción-consumo lineal insostenible, el principal motivo por el que aparece. Además, y de forma explícita, la ECSR está directamente conectada al ERO, en tanto en cuanto exige el empleo de indicadores absolutos que provengan del marco de la sostenibilidad ambiental para el desarrollo de las estrategias. En cuanto al capítulo 5, se ha llevado a cabo un análisis de ordenación multivariante que revela la disparidad existente entre las diferentes estrategias de EC actuales. Tal es la divergencia que, incluso, algunas de ellas omiten elementos provenientes del propio dominio de la circularidad. Esto ocurre, fundamentalmente, cuando el enfoque de la estrategia se coloca únicamente en la gestión de los residuos y, más concretamente, en el reciclaje. En la actualidad, el grupo mayoritario de estrategias está compuesto por aquellas que agrupan aspectos diversos de la circularidad, la sostenibilidad y la resiliencia, un grupo heterogéneo con planes de acción desarrollados a partir de la evolución natural de la filosofía de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. Reutilizar y reciclar son estrategias asociadas a la circularidad, pero reducir está más directamente relacionada con la propia sostenibilidad, como se ha planteado previamente. Esto revela que, sin un marco de trabajo como el propuesto por la ECSR, es difícil consensuar qué acciones deben o no incluirse en una estrategia de EC. Debe señalarse, no obstante, que existen estrategias muy completas, que analizan el concepto de economía circular, sus mecanismos internos, y sus necesidades para superar las barreras para su implantación. Estas estrategias se han denominado estrategias all-in-all en el capítulo 5. Aunque hemos de tener en cuenta que una estrategia no tiene por qué lograr mejores resultados que otra por el hecho de tener puntuaciones más elevadas en los principios operativos que aborda, sí es cierto que estas estrategias demuestran un trabajo más profundo sobre cómo la economía circular puede responder a las necesidades que plantea la sostenibilidad ambiental. Por último, el análisis de este capítulo también confirma la desconexión existente entre las estrategias de economía circular actuales y los requerimientos reales de la sostenibilidad ambiental, y también entre el desarrollo de las estrategias de economía circular en los diferentes niveles de implementación. La síntesis llevada a cabo hasta el momento no sería posible sin el desarrollo previo de los marcos de trabajo del ERO y de la ECSR. El marco de trabajo del ERO resume los requerimientos absolutos de la sostenibilidad ambiental, traslada dichos requerimientos a los diferentes actores sociales, y conecta los objetivos de reducción de todos ellos. El marco de trabajo de la ECSR conceptualiza la economía circular en el paradigma del desarrollo sostenible, y establece un listado de principios y acciones generales que deberían ser abordadas en una estrategia de economía circular, o cualquier otro instrumento de planificación, para que la implantación de la propia economía circular pueda tener éxito. Por lo tanto, se puede afirmar que la integración de los marcos de la ECSR y el ERO permite, a su vez, integrar la economía circular en el paradigma del DS, utilizando los requerimientos de la sostenibilidad ambiental como punto de partida. En esta tesis doctoral se ha desarrollado un marco de trabajo amplio que parte de la esencia del concepto de economía circular y que, ahora, es potencialmente ampliable en cada uno de sus componentes. Es, por lo tanto, necesario intensificar la investigación en todos los principios operativos propuestos. En algunos casos ya existe una larga trayectoria de investigación al respecto, como es el caso de la cuestión energética o del tratamiento de los residuos. En estos casos, son necesarias investigaciones basadas en aproximaciones transdisciplinares, aplicando el pensamiento sistémico adaptativo complejo e introduciendo cuestiones asociadas a la circularidad, la sostenibilidad y la resiliencia. Además, es importante avanzar hacia investigaciones integradoras que aborden el desarrollo de forma holística. Cuando la economía circular se aborda de forma extensa, es decir, como una ECSR, se solapa con otros campos de estudio, como la economía verde, la economía ecológica, o incluso con la teoría del decrecimiento. Sea cual sea la aproximación, el objetivo de lograr un desarrollo justo que preserve el medio ambiente se mantiene vigente, y, por lo tanto, la tendencia de futuras investigaciones que puedan derivar de esta tesis doctoral debería ir en la línea de integrar las disciplinas que buscan dar respuesta a la misma problemática.