Juan Estelrichel eslabón necesario del cine español.

Resumen

La figura del catalán Juan Estelrich March (1927-1993) es en general tan poco conocida como imprescindible si lo que se pretende es desentrañar el complejo tejido histórico del cine español. Políglota y gran aficionado al cine, Estelrich retorna a España a mediados de los años 50 procedente de Tánger, y logra introducirse rápidamente en el ambiente cinematográfico. Su inteligencia, arrolladora simpatía y fuerte personalidad lo convierten enseguida en un personaje en extremo llamativo y singular en el seno de la industria, entablando amistad, colaborando y actuando incluso como nexo creativo entre personalidades como las de Juan Antonio Bardem ("La venganza", 1957), Luis García Berlanga ("Plácido", 1961), Jesús Franco ("Tenemos 18 años", 1962), Fernando Fernán-Gómez ("El mundo sigue", 1963) o Rafael Azcona ("El pisito", 1958). Muy próximo al círculo de Berlanga, dirigirá en 1959 -bajo la supervisión de este- la pequeña obra maestra "Se vende un tranvía", primer guion coescrito por Berlanga y Azcona, episodio piloto de una serie finalmente no realizada ("Los pícaros"). Pieza clave en la producción nacional y en las coproducciones rodadas en españa en la década de los 60 y 70, colabora activamente con Samuel Bronston ("El Cid", Anthony Mann, 1961, "55 días en Pekín" /"55 days at Peking", Nicholas Ray, 1963) y en títulos tan relevantes como "Campanadas a medianoche" /"Chimes at midnight" (Orson Welles, 1965) o "Tristana" (Luis Buñuel, 1970). Punto culminante de su carrera es la dirección en 1976 de la extravagante, arrebatada y personalísima "El anacoreta", pieza clave del cine de los inicios de la transición democrática. Escrita con Rafael Azcona e interpretada por un Fernán-Gómez premiado en el Festival de Berlín, la película pone en pie un discurso lúcido y pesimista sobre la situación española y sobre la existencia misma, sobre el deseo ilusorio y la conciencia íntima de la inevitable desaparición.