Haut. Konturen eines schreibens der körperoberfläche
- COSMANN, EVA
- Miriam Palma Ceballos Doktorvater/Doktormutter
Universität der Verteidigung: Universidad de Sevilla
Fecha de defensa: 13 von Februar von 2012
- Dolors Sabaté Planes Präsidentin
- Teresa Vinardell Puig Sekretär/in
- Eva Parra-Membrives Vocal
- Margarita Blanco Hölscher Vocal
- Loreto Vilar Vocal
Art: Dissertation
Zusammenfassung
Introducción a la cuestión La idea del cuerpo humano como contingente no es sólo sintomática del ¿doble proceso¿ de aquellas conceptualizaciones, que hasta el momento han servido a la cultura occidental como orientaciones fundamentales, sino que es testigo al mismo tiempo de un cambio de paradigma teórico-cultural. Por un lado se pueden trazar nuevas líneas divisorias muy concretas, debido al desarrollo actual en la biotecnología y la tecnología de los medios de comunicación, entre cuerpo y alma, hombre y máquina, naturaleza y cultura, lo interno y lo externo, lo real y lo virtual, forma y materia, vida y muerte, masculino y femenino, temporalidad y espacialidad, superficie y profundidad, sentido y sensibilidad. A la ¿furia por la desaparición de todo lo fiable¿ se responde de manera obvia con una gran variedad de creaciones corporales simbólicas y sintomáticas: mientras por un lado la ¿piel osmótica¿ se escuda en el ¿rearme de la identidad¿ y se vuelve opaca, por otro lado se hace añicos la piel como Surface, no para destruirla a ella y al cuerpo, sino para abrirla como Interface para nuevas conexiones y para hacer que el cuerpo esté preparado para conectarse. Por otro lado el cuerpo, su concepto, su materialidad, su duplicidad, sus tecnologías, sus escenificaciones y Performances, son hoy día el centro de numerosos estudios postestructuralistas y feministas, que presentan el marco de las ciencias naturales de las concepciones del cuerpo como una reducción negligente, y relacionan con ello la exigencia de interpretar el cuerpo como resultado tanto de la historia natural como de la historia cultural. Este ¿doble proceso¿ de las fronteras del cuerpo exige actualmente una dermatología más amplia, una ciencia de la piel como frontera entre mí y el mundo. Y un atlas que ofrece mapas de los territorios por los que pasa la frontera. Necesitamos una dermatología que sea antropología y un atlas de la piel que nos ofrezca mapas de nuestro ser-en-el-mundo. La creación de tal atlas de la piel parece contraponerse en un primer momento a la confusión de las fronteras del cuerpo, ya que el cuerpo presenta líneas divisorias y ¿Grenzziehungen [...] verlaufen ¿ und zwar in einem zweifachen Sinne: Sie nehmen entweder einen anderen Verlauf oder ihr Verlauf wird unkenntlich. Grenzen werden unkenntlich, weil Kriterien für Grenzziehungen sukzessive verloren gehen¿. AnneEe Barkhaus und Anne Fleig (2002), 9. Dietmar Kamper (2001), 434. Dietmar Kamper (2001), 441. Vgl. Dietmar Kamper (2001), 430. Vilém Flusser (Anfang der 1980er Jahre/2006), 1. Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche figuraciones de la superficie, que se encuentran en un constante tránsito, en un permanente proceso. El cuerpo contingente posee fronteras que son extremadamente fluidas y cuyo contorno es osmótico, y cuenta con la fuerza extraordinaria de desplazar continuamente la línea entre lo exterior y lo interior, de incorporar lo exterior y expulsar lo interior. Discursos literarios sobre los límites del cuerpo La lengua y la literatura representan en este contexto un importante archivo de memoria cultural, no sólo con respecto a las imágenes corporales históricas y la autoimagen, sino también en relación a la situación cultural actual. El punto de vista creado en el medio literario sobre las prácticas culturales de la inscripción de la piel, así como sobre las experiencias físicas-táctiles y su compleja historia colonial proclama un amplio campo de la memoria intercultural e histórica. Las imágenes del cuerpo, su piel y su superficie se pueden así leer y entender como medio del estado cultural de la sociedad. Sin embargo, un trabajo como este no puede entenderse como un archivo objetivador de la ¿verdad¿ cultural, sino que es en sí mismo tanto histórico y con ello interpretativo, como selectivo y en perspectiva. La representación literaria de la superficie corporal humana sólo se puede presentar, por ello, como selección de algunos elementos. Para diseñar una dermatología antropológica el presente trabajo se ha acercado a la superficie corporal humana en su pluralidad, su ambigüedad, su autorreflexividad y su problemática codificación lingüística mediante discursos teóricos y textos literarios de las últimas tres décadas. No sólo han sido investigados textos europeos, sino también norteamericanos y centroamericanos, oceánicos y asiáticos, imágenes y películas de autores y artistas, masculinos y femeninos. Había que trazar nuevas fronteras entre el sujeto y el mundo y preguntar por inscripciones histórico-culturales y contactos literarios. Asimismo se ha investigado la piel en su materialidad, su redacción textual, su codificación étnica y de género. El análisis textual ha podido de esta manera evidenciar tanto modelos antropológicos esenciales como poner en primer plano lo específico, sintomático e individual. Vgl. Marie-¿Luise Angerer (2000), 139, 161. Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche La piel como frontera Primero se han investigado las diferencias en la concepción de las fronteras del cuerpo entre los modelos físicos de clasificación del yo como ser de la superficie, del cuerpoespejo y del modelo del yo-piel. El punto de partida para la definición del yo como ser de la superficie es, por ejemplo, la suposición de Sigmund Freud de que el sujeto no desarrolla el sentimiento de plenitud, unidad e identidad hasta que no surge el yo. El yo une las sensaciones, que en un principio eran incoherentes, en una percepción integradora que no sólo hace necesario el refuerzo de las propias fronteras del cuerpo, sino que también posibilita el reconocimiento del otro. La concepción del yo como frontera lleva a Freud finalmente al ¿Modelo de la pizarra mágica¿, que abre nuevos horizontes para la teoría del psicoanálisis. Freud da por sentado que el yo surge, por un lado, de la identificación con otros sujetos y, por otro lado, de la proyección de la intensidad libidinosa de la superficie del cuerpo. Sin embargo, no es que su carácter de superficie no alcance al yo hasta la aparición de estas proyecciones, sino que es desde el principio un ser de la superficie porque está ligado a las sensaciones de la piel. Por el contrario, el hecho de que la proyección física de la superficie no pueda ocultar de manera permanente la experiencia fragmentaria del cuerpo y de que las fronteras del sujeto estén expuestas a una amenaza continua, lo muestra Jacques Lacan. Asimismo él da por sentado que el yo surge de dos maneras: por un lado a través de la identificación con otros sujetos y la introyección de las imágenes del cuerpo (también y sobre todo del propio reflejo), por otro lado como consecuencia de una desviación de los impulsos libidinosos. Mientras que el sujeto se experimenta a sí mismo como fragmentario antes de la entrada en el ¿estadio del espejo¿, el reflejo le proporciona al sujeto la primera forma que no sólo le permite distinguir entre interior y exterior, entre sí mismo y los otros, sujeto y objeto, sino también desarrollar un sentido de su propia totalidad. Asimismo Didier Anzieu parte en sus reflexiones sobre el yo-piel de una proyección fantasmagórica, con cuya ayuda el sujeto desarrolla una concepción de sí mismo. Sin embargo, Anzieu basa las funciones y patologías del yo-piel en las de la epidermis y puede aclarar de esta manera la analogía de lo orgánico y lo físico. La metáfora del yo-piel describe así lo flexible, la interacción fundamentalmente abierta de la experiencia sensorial inmediata y su simbolización lingüística. Como metáfora el yo-piel se refiere en 618 Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche primer lugar a la experiencia sensorial de la frontera entre el yo y el mundo. Pero para hacer accesible esta experiencia, tienen que ser descifrada necesariamente a través de los símbolos, aunque no haya en realidad ninguna posibilidad de traducción entre el cuerpo y su representación textual, ya que el cuerpo, sus sentidos y percepciones siempre escapan a lo representable. Debido a que las imágenes del cuerpo son percibidas fundamentalmente por otros sentidos diferentes a la vista, la falta de dicha traducción abre la mirada hacia el Cuerpo-sin-órganos de Deleuze, pues la imposiblidad de la representación textual, la pérdida específica del cuerpo, el sólo ¿Antes-y-despuésdel- movimiento¿ se inscribe en el cuerpo de manera propioceptiva en la piel y sobre ella. El análisis de los textos literarios ha puesto de manifiesto de qué manera la producción discursiva de la identidad corporal se hace legible precisamente donde la producción de recuerdos y el olvido conectan directamente con la superficie del cuerpo. Las inscripciones (in)conscientes en la piel son sólo accesibles cuando éstas se transmiten a través de la lengua (no por escrito) o en imágenes. Como imágenes las inscripciones corporales recuerdan a algo pasado, como escrito postulan en cambio una presencia que no se basa en la representación de algo ausente. La diferencia entre la representación gráfica de lo pasado y de lo ausente no se superará completamente hasta que no se convierta la imagen en palabras. Sin embargo, si no se lleva a cabo la re-/ construcción del pasado, o bien se abandonará lo pasado al olvido o las imágenes de la piel se convertirán en punto de partida para nuevas atribuciones de identidad, es decir, identidades atribuidas por personas ajenas. El espacio del cuerpo y del mundo Seguidamente se describieron modelos de pensamiento fenomenológicos para diferenciar las fronteras del cuerpo físico de las del cuerpo sensorial y para representar la ampliación de las categorías espaciales y temporales más allá de lo que es perceptible de manera directa a través de los sentidos. Conforme a esto Michel Serres y Vilém Flusser conciben el mundo en su totalidad como un espacio osmótico cuyo contorno es cambiante. Imaginan una ¿topografía de las Marie-¿Luise Angerer (2000), 178. Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche relaciones¿, que hace visibles procesos de intercambio entre lugares lejanos, correspondencias, conexiones e inclusiones en el espacio finito. El espacio se convierte para ellos en un tejido versátil, rompible y elástico. De esta manera Flusser comprende todas las referencias al mundo en la metáfora de la piel y aboga por un enfoque totalmente superficial. En su atlas de la piel se llega con ello a un hecho espacio-temporal que lo une todo. La cuestión de las posibilidades de conexión en el sentido de una percepción ampliada en gran medida se extiende por la fenomenología geofilosófica así como por la filosofía y se hace relevante en la actualidad sobre todo en los discursos sobre la realidad virtual. Con la ampliación sensorial del cuerpo y la revalorización de lo fragmentario de pronto el cuerpo ya no presenta un contorno permanente, sino que se vuelve capaz de de conectarse a otros cuerpos e imágenes, de tal manera que el ser físico de la epidermis pierde progresivamente importancia para la percepción del propio cuerpo. Sin embargo el sujeto corre al mismo tiempo el peligro de perderse en la superficialidad del mundo y lleva a cabo por eso una ¿limitación de las esferas¿ en la que irrita su piel con impulsos dolorosos o acepta otras superficies como pieles ambulantes. De acuerdo con estas concepciones la literatura contemporánea presenta una autoimagen y una imagen corporal ampliada, que establece una analogía entre la superficie humana y la ropa, las casas, las ciudades en su totalidad y los horizontes paisajísticos. Mientras que en el modelo del ¿vestido¿ se muestra una porosa imagen de la piel que se concibe en gran medida apoyándose en las correspondientes características fisiológicas de la piel, la ¿casa-cuerpo¿ esconde una iconología más abstracta: por ejemplo, la fachada de la casa se hace antropomórfica, comparándose con la fisonomía humana. La propia piel se concibe como una forma firme, capaz de cubrir y ocultar. En la idea (pos)moderna de la piel como paisaje se muestra la experiencia actual del cuerpo como infinitamente ampliado. Las fronteras de un paisaje (y ¿ciudad es paisaje¿) transcurren de manera fluida, proliferan, se cruzan unas con otras, son fundamentalmente flexibles, se definen de nuevo permanentemente. Esta imagen de la piel encuentra hasta el momento su punto culminante en la idea de una resonancia infinita o una envoltura del sonido con la que la superficie se convierte en un movimiento puro, como lo concibieron Deleuze y Guattari. Vgl. Claudia Benthien (1996), 151. Marc Augé (1998), 406. Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche Inscripciones corporales En un estadio más profundo se presentaron esbozos filosóficos en los que el cuerpo se convierte en frente para la guerra por su disciplinamiento y, por otro lado, marca la última frontera de la autodeterminación formal. En la filosofía del siglo XX aparece el cuerpo como lengua, escritura o signo. La idea del cuerpo como texto lleva a la deconstrucción del cuerpo natural y a la representación de su naturaleza ya construida y generada en el discurso. La experiencia de la construcción a su vez plantea la cuestión del papel del cuerpo en el terreno de los signos, pues ¿el cuerpo, cuya naturaleza intraicionable se ha disuelto en escritura e inscripción, ha empezado a hablar de un modo nuevo¿. Por un lado el cuerpo está provisto de sentido y símbolo, como archivo de memoria cultural y base para la materialización de huellas individuales, y puede descifrarse. Por otro lado el cuerpo vivo se convierte en punto de partida para un nuevo arte de vivir que se opone a todas las técnicas de dominación y procesos de inscripción hasta ahora existentes y amenazantes. En la idea del cuerpo como hoja en blanco, éste, su piel, sus músculos y huesos, sus tendones y articulaciones, sus vasos sanguíneos y órganos aparecen como superficie, como hoja en blanco en la que encuentran su lugar inscripciones sociales, médicas, epistémicas y disciplinares. Al servicio de un sistema de poder tanto específico como histórico los diferentes instrumentos de escritura transforman y colorean el cuerpo de manera más o menos permanente. El encuentro entre el cuerpo y el instrumento de escritura se delimita sólo por la resistencia de la carne y los límites de la representación. En los textos y películas analizados el cuerpo-en-el-dolor se mueve constantemente en el campo de tensión entre la no-representabilidad inicial de la historia (individual), que está unida a un dolor físico inmediato, que no se puede traducir en su totalidad, y entre la posibilidad de simbolizar metafóricamente acontecimientos reprimidos. El cuerpo ayuda al signo a llevar a cabo la representación sustancial, confirmando el significado del signo mediante el autoanálisis. Lo que cuenta de esta ¿historia alternativa de las letras¿ ¿es lo táctil, siguiendo las cicatrices con la punta de los dedos¿, pues sólo un ¿grafismo del dolor¿ así logra llegar al cuerpo y a sus inscripciones. La crueldad (corporal) hace a las figuras sensibles tanto para los ¿esbozos del mundo¿ como para el contorno de sus 2231Susanne Hauser (1997). Dietmar Kamper (1993), 193. Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche cuerpos. En sentido opuesto el cuerpo se destruye de manera duradera a través de las inscripciones existentes en su superficie y en consecuencia habla por sí solo. En la destrucción llama la atención como subsuelo sobre su propia materialidad y construye así un sentido más allá del significado del signo. Penetra así en las fronteras de la representación. Gendered skin Con respecto a la piel codificada según el género se puede afirmar que aunque la literatura contemporánea retoma la imaginología que se extiende por la historia cultural de la mácula materna y del caparazón masculino, sin embargo la modifica de manera decisiva. Lo femenino se convierte en amorfo y al mismo tiempo da forma, lo masculino se representa al mismo tiempo de manera fálica endurecida y licuada. Sin embargo, en vista de los amplios procesos de disolución, la diferencia de género aparece cada vez más como caduca. Se alude a la dicotomía de un cuerpo masculino tan firme como formado y un cuerpo femenino tan tierno como amorfo, para seguidamente explicar las incertidumbres de esta imaginología. Los disfraces únicamente pueden imitar la función creadora de espacio de la envoltura, las fronteras del cuerpo necesitan una vigilancia y un control continuos, para no ¿desmadrarse¿, lo que se oculta se convierte en identidad y el ideal del cuerpo total se convierte en una herida abierta que la dialéctica de mostrar y ocultar fija en un solo cuerpo. La ¿dimensión de lo inquietante¿ aparece precisamente allí ¿donde los cuerpos del entorno cotidiano presentan un aspecto tan resbaladizo y cerrado que parece que no se pueda penetrar en ellos¿2234. De esta manera las numerosas heridas en la piel de las figuras pueden interpretarse como ¿signos comunicativos¿, como intento (infructuoso) de eliminar ¿la separación, radicalizada a través del caparazón, entre lo interno y lo externo¿, lo femenino y lo masculino2235. Dietmar Kamper (1993), 198. Stefanie Wenner (2001), 379. Claudia Benthien (1999/2001), 161. Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche Los colores de la piel El área de los colores de la piel sólo ha podido, asimismo, ser tratada de manera ejemplar. Especialmente se ha fijado la atención en la decodificación del color fetishism, en la individualización de los tonos de la piel y de la violencia que se sigue ejerciendo aún sobre el cuerpo negro. Finalmente, en numerosos textos, aparece la esperanza ¿de que la idea de establecer fronteras en todos los lugares se difumine¿. En el discurso postcolonial la piel avanza hacia un punto de condensación de regresión y exclusión, tortura y opresión, deseo y castigo, sexualidad y poder. Se trata de ¿hacer visibles las huellas del tacto y las sensaciones¿, de las características de las ¿singularidades contingentes¿ y, con ello también, del establecer la superficie corporal como un lugar en el que se encuentran la historia individual y colectiva. La inseguridad en la demarcación de las fronteras del cuerpo en la biomedicina Finalmente se han analizado imaginologías biomédicas de la piel, la superficie corporal y la epidermis en las que la piel se representa unas veces como frontera fija y otras como membrana porosa. Hasta el siglo XVII la piel se concebía simplemente como una capa plana ¿bajo la cual se puede adivinar un mundo subcutáneo¿. En la medida en que la historia de la anatomía se puede interpretar como una arqueología inversa, una demolición paradójica de las capas, en la que las más profundas se conquistan primero y la mirada vuelve paulatinamente a la superficie, la anatomía ya ha penetrado en la herida y en la superficie cerrada. Aún así la anatomía salva el concepto de identidad ¿haciendo que a las capas que se van descubriendo, pertenecientes a la primera superficie, las sigan una segunda y tercera superficie¿. Hasta el siglo XIX, con el nacimiento de la dermatología, no se vuelve la mirada hacia la primera superficie: la epidermis. La visibilidad calculada del soporte textual se transforma en legibilidad bajo el signo de la hermenéutica médica, de tal forma que la superficie corporal y el libro se completan mutuamente. La nueva legibilidad de la piel no se volverá Vilém Flusser (1996), 97. Claudia Benthien (1999/2001), 255. Michel Serres (1985/94), 19. Oliver Jehle (2006). Oliver Jehle (2006). Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche de nuevo problemática hasta finales del siglo XIX, de tal manera que en el siglo XX ya no están disponibles las semióticas inequívocas. En lugar de ello, predominan en el siglo XX intervenciones mínimamente invasivas en el ¿Operationstheater¿ radiológicoquirúrjico. La atención se dirige nuevamente al interior del cuerpo, aunque sin destruir la primera superficie. Además, la inmunología no concibe ya el cuerpo en términos de crecimiento o disposición genética, sino que lo comprende como un sistema lógico en sí mismo que obedece a determinadas estrategias de diseño, ideas de fronteras/ límites y velocidad para fluir. La literatura contemporánea esboza el cuerpo una y otra vez como un espacio osmótico que mantiene una relación de intercambio más o menos viva con el mundo. Con ello vuelve a entrar en vigor la lógica de lo grotesco, que ignora las zonas cerradas, simétricas y lisas de la superficie corporal y, en su lugar, fija su atención en las protuberancias y aberturas, es, decir, en aquello que sale del cuerpo y se adentra en él. La apertura de la superficie corporal tiene lugar siempre debatiéndose entre la seguridad de la frontera y la vulnerabilidad, aunque tanto el cuerpo individual que se encuentra cerrado hacia fuera como la piel rasgada indican un malestar profundo en el propio cuerpo. Los personajes dañados sufren cada vez más la ¿excavación¿ y la evidencia de su cuerpo. Estas figuras contraponen el angustioso ¿muro cutáneo¿ a la piel agrietada que les permite al menos la huída temporal a un conjunto corporal. Fundamentalmente todos los esfuerzos por escapar a una dessubjetivación avanzada a la sombra del perfecto, estrictamente limitado y compacto cuerpo individual, se describen en Rabelais und seine Welt, de Michail Bachtin. Durante un periodo de tiempo (zeitweilig) el cuerpo bien delimitado y completamente articulado cae en el olvido en las películas analizadas. ¿[Virtual] aesthetic for the insides of our bodies¿ de Cronenberg muestra que el cuerpo cerrado al exterior y mostrado en su aspecto externo, el cuerpo puro, nunca ha existido de esta manera2245. La piel rasgada esboza aquí un modelo de la penetración mutua del cuerpo y el mundo ¿como si se Vgl. Claudia Benthien (1999/2001), 128f. ChrisDna Lammer (2003), 136. Claudia Benthien (1999/2001), 50. Michail BachDn (1965/95), 361. David Cronenberg; ziDert nach Lynn Snowden (1992). Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche pudiera reinstalar el cuerpo grotesco de Bachtin como proyecto de progreso tecnológicomediático¿. Elaborada por Claudia Benthien, la teoría de la trayectoria de un ¿cuerpo entretejido con el mundo, poroso, abierto y al mismo tiempo grotesco¿, a un cuerpo individualizado, puro y cerrado al exterior, en el que el sujeto se siente más prisionero que protegido, puede ampliarse en este momento con la actual ansia de conexión de la biotecnología, aunque ésta se funda en lo sucesivo, de manera extraña, con la ¿visión de una persona ideal¿. Conclusión En el presente trabajo se ha podido ampliar el esbozado desarrollo histórico-cultural de la percepción y la representación de la piel con experiencias (post)modernas específicas a lo largo de la superficie corporal. A principios de la Edad Moderna, cuando la piel se percibe aún como porosa y abierta, el ser humano está íntimamente unido al mundo en el plano simbólico. A principios del s. XX la piel se experimenta cada vez más como un factor de distinción. La progresiva individuación conduce finalmente al ¿descubrimiento de la tragedia del aislamiento y la falta de conexión con el mundo¿2249. Hasta finales del s. XX no se perfilan en la literatura y el arte líneas fronterizas entre el sujeto y el mundo. El análisis muestra dos tendencias fundamentalmente opuestas en la moderna percepción de la piel: el endurecimiento y la licuación de las fronteras exteriores del cuerpo humano. La superficie corporal humana se percibe, por un lado, como una frontera infranqueable que aísla al sujeto e impide en gran parte el acceso al mundo. Cada modificación de la superficie corporal y todas las fantasías de superación están marcadas por la violencia, el dolor y el miedo a la identidad. Por otro lado, la literatura contemporánea esboza la superficie corporal como porosa y repugnante. La piel destruida ilustra la disolución de la frontera material entre el sujeto y el mundo. La epidermis se vuelve a convertir en un lugar de intercambio entre el interior y el exterior. Ambas tendencias llevan a la irreconocibilidad creciente de uno mismo y del otro. 2246Bernd Busch (1996), 26. 2247Claudia Benthien (1999/2001), 49. 2248Bernd Busch (1996), 21. 2249Claudia Benthien (2001), S. 282. 625 Haut. Konturen eines Schreibens der Körperoberfläche La imposibilidad de reconocer al otro en su piel se muestra finalmente también en las diferentes tendencias de enigmatización de la piel y la superficie corporal. Una mirada médico-objetiva que inspecciona y expone al público las rarezas individuales, como las impurezas de la piel, cicatrices y heridas, sustituye en la literatura contemporánea la codificación de los tipos de piel. Los detalles descritos ya no se psicologizan, sino que se describen como carne muerta y se establecen analogías con otras formas de materia física. Junto con las concepciones de la piel que están íntimamente unidas al ser físico de la piel como base para una realidad del propio cuerpo que es producto de la cultura, aparecen en los textos investigados amplias líneas divisorias ontológicas. Debido a la ya mencionada insegura condición espacial, las figuras sensibilizan su entorno de tal manera que la ropa, las casas y los paisajes se convierten en su piel ambulante. El cuerpo se muestra así ampliado de manera infinita. Al principio se desarrolló la cuestión sobre si las transformaciones tematizadas de diferentes maneras y la concentración en determinados aspectos de la piel equivalen a un proceso de disolución universal. El análisis de los textos literarios ha demostrado que los procesos de cambio suponen la desaparición solamente de algunas figuras. Otros se sumergen en sí mismos de nuevo a través de la metamorfosis o estilizan el continuo cambio convirtiéndolo en un factor de la vuelta a la propia identidad. Si se entiende de manera positiva el ¿doble proceso¿ de las fronteras del cuerpo, es decir, la búsqueda de nuevas e insospechadas conexiones y el proceso hacia la indescifrabilidad de fronteras del cuerpo supuestamente fijas, aparece como evidente que el exterior no amenaza al sujeto, a su preocupación por sí mismo, su voluntad de soberanía, de autoconfirmación y autotestimonio, sino que le proporciona finalmente una nueva forma de expresión.